Ing.
Guido Seravalli Bravo. MSc.
Director
Ejecutivo Asoibero
Juez y
consultor internacional.
Este fascinante pero profundo tema técnico, debe ser abordado con seriedad, conocimiento y responsabilidad. Existe en la actualidad, un interesante debate en ciertas esferas de criadores y técnicos sobre la importancia o no de formar nuevas razas equinas, bajo el precepto zootécnico de los “grados de sangre”, concretamente con el binomio algebraico prefijado de 5/8 raza A y 3/8 raza B (62.5 % de A y 37.5 % de B), tan misteriosamente exitoso en los bovinos.
En el mundo
hay más de 300 razas y eco tipos de caballos, todas con morfologías especificas
adaptadas a las diversas finalidades y condiciones ambientales del planeta.
Todas ellas a pesar de sus a veces grandes diferencias, siguieron caminos
semejantes.
El proceso
de formación de nuevas razas esta compuesta en términos generales de 2 fases:
la primera es la fase de cruzamiento y la segunda la endogámica o de
consanguinidad, en ambas se utiliza constantemente la selección morfo funcional
de acuerdo con los estándares de la raza en formación contenidos en el Patrón Racial del Stud Book respectivo.
Teniendo siempre en cuenta la regla de oro en zootecnia: “LA
FUNCION DETERMINA LA FORMA”
En el siglo
XX en los Estados Unidos, se formo la primera “raza animal sintética”, fue la
raza Santa Gertrudis, una raza de bovinos para la producción de carne tropical,
en la que se fundieron las características productivas del ganado europeo (Bos taurus)
con las de fortaleza y rusticidad de las razas cebuinas (Bos indicus).
Este trabajo fue realizado en el King Ranch,
usando 2 razas progenitoras: el Short horn y el Brahman, 5/8 del primero con
3/8 del segundo, o sea un bimestizo. Hasta entonces nunca se habían utilizado
estos grados de sangre para formar ninguna raza equina en el mundo; este
trabajo genético dio resultados “mágicamente positivos”, siendo utilizado hasta
el día de hoy para formar un sin número de razas bovinas “bimestizas o
sintéticas”.
Sin embargo
las leyes genéticas involucradas en dicho proceso, obedecen a los preceptos de
la genética cuantitativa y de poblaciones, las cuales estudian la herencia,
genes e interacciones de aquellas características que son cuantificables, como
litros de leche /día, Kg. de ganancia peso/día, altura, largo y profundidad corporal,
calidad de canal, kg de carne, circunferencia de caña y escrotal, ciclo de
batidas o velocidad, etc. En ellas intervienen múltiples genes, no solo un par de alelos como sucede en los
caracteres Mendelianos. Además de que dichas características presentaban en
general valores medios y altos de Heredabilidad.
En el
caso de las razas equinas de silla, tal es el caso del
caballo Iberoamericano y otras, todas las características relacionadas con su
mecánica de desplazamiento, obedecen a una compleja e incuantificable
interacción genética - ambiental. Por lo que resulta bastante aventurado
predestinar la formación de la “raza del futuro”, a ciertos grados de sangre
prefijados aleatoriamente. De aquí se infiere la enorme importancia de los
procesos y criterios de selección, en esta etapa fundacional en que se
encuentra el genoma de la población mestiza.
En la
primera etapa o fase de cruzamientos, la presión de selección vía estándar
racial, tanto para los atributos morfo anatómicos como para los funcionales,
debe ser aplicada cuidadosamente generación tras generación. Es de imperiosa
necesidad, iniciar las valoraciones en la población reproductivamente activa
del Registro Genealógico, iniciando aunque sea por los machos con más de 4 años
de edad.
Parece ser según algunas pocas observaciones
de campo, que un binomio cercano al 62 % de sangre Ibérica y un 38 % de Paso
Costarricense, produce progenies Iberoamericanas de buena calidad; sin embargo
habrá que esperar a tener mayor información para saber si esto es correcto.
Para apoyar el cierre del Libro de Fundación,
se deberá considerar entre otras cosas, la Población Efectiva existente en el
momento, o sea la cantidad de yeguas registradas y en edad de reproducción.
Ojala y no sea menor a 2500 hembras.
Esta etapa debería
iniciarse tal y como ya fue dicho, cuando se tenga un número de hembras en edad
de reproducción, suficientemente numeroso que garantice la variabilidad genética
necesaria para lograr el progreso genético deseado por generación. Otra
estrategia que ayudaría en este largo pero gratificante proceso de
consolidación, es la de establecer listas de sementales selectos de acuerdo
exclusivamente a sus progenies, esto potencializaría su uso reproductivo
aumentando en la población la Frecuencia Génica de sus alelos.
Esta lista
no debe ser excluyente, tendría un carácter informativo (guía), o sea los
garañones que no estén en ella también podrán utilizarse para la reproducción, pues eso ayudaría a
mantener una adecuada Variabilidad Genética en la Raza, la cual a su vez, sea
garante del progreso genético sostenido de la misma. Los que si quedaran fuera,
son aquellos portadores de defectos descalificantes según el Patrón Racial
vigente.
Los actuales
descubrimiento de los Genomas Humano y Equino, nos abre toda una caja de
Pandora, ojala y sepamos utilizarla adecuadamente para la preservación y mejora
genética del caballo moderno o Equus caballus.
Una vez
cerrada la Fundación ,
con unas 4 generaciones más (G 4), a través de un cruzamiento tipo pool gen y luego cruces tipo inter C, si se han seguido los pasos
correctamente, estaríamos ante una verdadera raza de silla del futuro; El Caballo
Iberoamericano.
Finalmente, no debemos pretender resultados
brillantes a corto plazo, pues estos frecuentemente no son sostenibles en el
tiempo ni garantizan la perpetuidad de ninguna población.
No podemos
lograr tal desafió sin trabajar en equipo, deponiendo aquellos intereses
personales para anteponer los nacionales,
esto presupone cabalgar juntos a lomo de una misma opinión para el
beneficio y bien común…
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